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PRI vs. PAN: ¿Viene el fin de un matrimonio político forzado?

PRI/PAN: Una alianza que se desmorona

La alianza entre el PRI y el PAN fue una unión que muchos rechazaban, pero que se volvió necesaria para competir en un escenario político dominado por Morena. En algunos estados donde ambos partidos estaban rezagados, lograron resultados aceptables; sin embargo esta colaboración ha perdido fuerza.

El punto de quiebre más evidente fue la fallida candidatura de Xóchitl Gálvez en 2024. Quedó claro que la alianza no podía consolidarse como una oposición sólida frente a la presidenta Claudia Sheinbaum. Ambos partidos pugnaron por controlar la campaña, y a esto se sumaron las diferencias ideológicas, la pérdida de identidad y, sobre todo, la falta de resultados. La coalición no solo perdió terreno a nivel estatal y federal, sino que también dejó en evidencia sus fracturas internas.

Aunque no hay una declaración oficial que marque el fin de la alianza, el PRI ha dado señales claras de distanciamiento. Por ejemplo, votó en contra del desafuero del diputado Cuauhtémoc Blanco, ex gobernador de Morelos, y ha insistido en impulsar candidaturas propias. En Chihuahua, se menciona al cantante y diputado Tony Meléndez como posible candidato a la gubernatura. Sin embargo, él mismo ha expresado dudas, argumentando que su carrera con el grupo Primavera y su labor legislativa le permiten equilibrar ambos roles, mientras que un cargo administrativo limitaría su faceta musical.

Conflictos locales y acusaciones de traición

En estados como Puebla, líderes priistas como Néstor Camarillo han manifestado su descontento con el PAN, acusándolo de priorizar sus intereses o de negociar con Morena en perjuicio de la coalición. Se señala, por ejemplo, que el PAN habría “bajado” candidaturas clave, como la de Mario Olvera, para favorecer indirectamente al partido en el poder, lo que ha reforzado la narrativa de desconfianza y ruptura.

Paradójicamente, el PAN también ha sido un salvavidas para el PRI en zonas urbanas, sacándolo de un “agujero negro” donde parecía no tener salida. No obstante, el priismo sigue vivo en áreas rurales, como la sierra y municipios menos poblados, donde conserva cierta influencia.

¿Fin de la alianza o regreso a la rivalidad?

El problema no es solo que la alianza pueda terminar, sino que ambos partidos podrían retomar la histórica rivalidad que los definió por décadas. Actualmente, mantienen una relación de colaboración en congresos locales, el federal y gobiernos como el de Chihuahua, donde comparten equipos de trabajo con personas de ambas ideologías.

Para los militantes de hueso colorado, esta unión ha sido “nefasta”. Argumentan que perdieron votantes tradicionales y que la etiqueta de “PRIAN”, impulsada por Morena, los ha dañado irreparablemente. Sin embargo, hay quienes creen que el PRI salió más beneficiado, pues sin la alianza estarían tan desaparecidos como el PRD. Por su parte, algunos panistas sostienen que estarían mejor posicionados solos, recordando el éxito de Felipe Calderón en 2006, cuando enfrentaron sin coalición la creciente ola de López Obrador.

Causas de la ruptura

En resumen, el PRI y el PAN buscan desligarse porque ya no ven futuro en compartir decisiones ni errores. La falta de un posicionamiento electoral autónomo, los desencuentros estratégicos, los malos resultados y la desconfianza son factores clave. Pero lo que más pesa para los militantes más leales es la pérdida de identidad política.

La alianza nació para contrarrestar a Morena en todo el país, y aunque no lo logró plenamente, mantuvo algunos espacios y una cercanía electoral y política en la dirección nacional. La gran pregunta es: ¿pueden ambos partidos pelear por su cuenta? El PRI, con su discurso de lanzar candidatos propios, busca independencia, pero carece de la fuerza para competir de igual a igual con Morena. Por ahora, su influencia se limita a inclinar la balanza en decisiones estratégicas, más no a liderar una victoria electoral.