La guerra comercial de aranceles impulsada por Donald Trump, basada en las políticas proteccionistas que ha promovido, tiene un impacto complejo que beneficia y perjudica a diferentes actores dependiendo del contexto, los plazos (corto o largo) y las respuestas de los países afectados. A continuación, analizo quiénes se benefician y quiénes se perjudican, basándome en los efectos económicos y geopolíticos observados y proyectados hasta abril de 2025.
¿A quién beneficia?
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Industria manufacturera estadounidense (a corto plazo)
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Los aranceles buscan proteger a las empresas locales al encarecer los productos importados, lo que podría incentivar la producción interna. Sectores como el acero, el aluminio o la automotriz en EE.UU. podrían ver un aumento temporal en su competitividad, ya que los bienes extranjeros (de China, México o Canadá, por ejemplo) se vuelven más caros. Trump ha argumentado que esto “devolverá la riqueza” a EE.UU. y fortalecerá empleos manufactureros.
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Gobierno de EE.UU. (recaudación fiscal)
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Los aranceles generan ingresos directos para el Tesoro estadounidense. Si se aplican tasas altas (como el 25% a México y Canadá o el 20%-54% a China), podrían recaudar cientos de miles de millones de dólares anuales, que Trump ha sugerido usar para financiar recortes fiscales o proyectos internos.
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Países competidores no afectados directamente (potencialmente)
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Naciones como Vietnam, India o Corea del Sur, que no enfrentan aranceles tan severos, podrían beneficiarse si las exportaciones de China, México o Canadá a EE.UU. disminuyen. Estos países podrían llenar el vacío en el mercado estadounidense con productos más baratos, ganando cuota comercial.
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China (a largo plazo, indirectamente)
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Aunque China es un objetivo clave de los aranceles, podría beneficiarse si otros países afectados (como México o Canadá) redirigen sus exportaciones hacia mercados alternativos, como el chino, o si EE.UU. se aísla comercialmente, debilitando su influencia económica global.
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¿A quién perjudica?
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Consumidores estadounidenses
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Los aranceles elevan el costo de los bienes importados, lo que se traslada directamente a los precios que pagan los ciudadanos de EE.UU. Por ejemplo, productos como automóviles (cuyas piezas cruzan múltiples veces la frontera con México y Canadá), alimentos o electrónicos podrían aumentar significativamente. Economistas estiman que el precio promedio de un auto en EE.UU. podría subir hasta 3,000 dólares, afectando el bolsillo de los consumidores.
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Empresas estadounidenses dependientes de importaciones
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Muchas compañías en EE.UU., especialmente en sectores como la automotriz (Ford, General Motors) o la tecnología, dependen de cadenas de suministro globales. Los aranceles encarecen estas importaciones, reduciendo márgenes de ganancia o forzando a subir precios, lo que las hace menos competitivas.
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México, Canadá y China (socios comerciales directos)
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Estos países, que representan más del 40% de las importaciones de EE.UU., enfrentan pérdidas inmediatas en sus exportaciones. México, el mayor proveedor de EE.UU., podría entrar en recesión si los aranceles persisten, según expertos como Valeria Moy del IMCO. Canadá y China también sufrirían, aunque han prometido represalias (aranceles del 25% de Canadá sobre 155,000 millones de dólares en productos estadounidenses, por ejemplo).
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Economía global y aliados de EE.UU.
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La Unión Europea, Japón y otros socios comerciales podrían verse arrastrados a una guerra comercial más amplia si Trump extiende sus aranceles “recíprocos”. La OMC estima una contracción del 1% en el comercio mundial, y bancos como Goldman Sachs y JPMorgan han elevado las probabilidades de una recesión global (hasta 60% según este último). Esto afectaría el crecimiento y el empleo en todo el mundo.
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EE.UU. a largo plazo (efecto boomerang)
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Aunque Trump promete beneficios, los aranceles podrían dañar a EE.UU. a largo plazo. La inflación podría subir (proyecciones la sitúan en 3.5% o más), la confianza de consumidores y empresas caer, y el déficit comercial aumentar si las importaciones se aceleran antes de los gravámenes. Además, represalias de otros países podrían golpear a exportadores estadounidenses, especialmente en agricultura (China ya aplicó aranceles del 10-15% a productos agrícolas de EE.UU.).
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Conclusión
A corto plazo, los aranceles benefician a ciertas industrias y al fisco de EE.UU., alineándose con la visión “America First” de Trump. Sin embargo, perjudican principalmente a los consumidores estadounidenses, a los socios comerciales clave y, potencialmente, a la economía global. A largo plazo, el riesgo de inflación, recesión y aislamiento económico podría superar las ganancias, convirtiendo esta guerra comercial en un arma de doble filo para EE.UU. Las represalias y la incertidumbre seguirán definiendo quién gana y quién pierde a medida que la situación evoluciona.
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