Es algo que pareciera que siempre se ha visto, pero vemos que en estos últimos años, muchos de estos jóvenes batallan para mantener su trabajo. Algunos dicen que sus padres fueron demasiado permisivos en su educación durante la niñez y su juventud. Si le sumas de que muchos de ellos no hacían tareas en la casa o se les forzaba para estar activos y no hablo solo deportivamente o de cursos o la escuela, sino de responsabilidades fuera de todas estas tareas comunes. Los jóvenes se ofenden cuando les piden hacer cosas, como barrer, lavar carros, arreglar su cuarto, hacer mandados, leer libros, etc. Imagínense cuando llegan al entorno laboral, cuando les piden hacer diversas labores, pues piensan que es demasiado y todo porque no estuvieron acostumbrados desde niños y jóvenes.
- Es algo que en la actualidad no solo las empresas están sufriendo, sino ellos mismos porque piensan que se lo merecen todo y quieren que con poco, hacer mucho.
- Ahora por los teléfonos celulares y redes sociales, los jóvenes quieren mantenerse conectados y no pierden ojo en seguir pegados al celular. En este sentido, decimos que sucede en todo tipo de trabajo, porque se encuentran dispersos y no están concentrados en sus labores.
- Hay varios negocios que contratan personal y cuando les dicen que no pueden estar con el celular, muchos de ellos prefieren renunciar. Esta es parte de la versión que muchos pasan, por parte de los negocios.
Pero por otro lado los jóvenes tienen su versión de las cosas, que en parte pudiera ser viable.
Los jóvenes podrían estar enfrentando dificultades en sus primeros trabajos hoy en día y también es por la falta de experiencia previa: Muchos jóvenes entran al mercado laboral sin haber tenido exposición suficiente a entornos profesionales. Las primeras “chambas” suelen ser un choque porque requieren habilidades prácticas que no siempre se enseñan en la escuela, como manejar el tiempo, resolver problemas bajo presión o adaptarse a jerarquías.
Esto por una parte pudieran tener razón de no tener experiencia, pero cuando no se tienen las ganas, la formación de un sentido del trabajo, la responsabilidad y la resiliencia para poder sobreponerse a momentos difíciles y de aprendizaje y con ellos logren adaptarse a sus nuevas labores.
A todos se les hace difícil, cansado y dicen que no estudiaron para eso.
Expectativas altas o poco realistas: Algunos llegan con ideas idealizadas del trabajo, influenciados por redes sociales o discursos motivacionales, y se frustran cuando se topan con tareas rutinarias o ambientes menos glamorosos de lo que esperaban.
Las escuelas les dan un incentivo de que tendrán mucho dinero y labores que serán trascendentes y hasta reconocidas.
- Habilidades blandas insuficientes: Cosas como la comunicación efectiva, el trabajo en equipo o la resiliencia no siempre se desarrollan plenamente antes de empezar a trabajar. Esto puede hacer que fallen en cumplir con lo que los empleadores esperan más allá de lo técnico.
- Cambio generacional y cultura laboral: Los jóvenes de ahora, como la Generación Z, tienden a priorizar el equilibrio entre vida personal y trabajo, o buscan propósito en lo que hacen. Si sienten que el empleo no se alinea con sus valores o les exige demasiado sin recompensa clara, pueden desconectarse o rendir menos.
- Tratar de llevar a cabo al pie de la letra lo que estudiaron: Esto es algo común y pareciera que no es algo malo, pero es muy diferente ya dentro del entorno laboral. Los graduados llegan a los trabajos a tratar de imponer sus ideas, cuando solamente lo han hecho en prácticas o la empresa funciona de forma distinta y hay personas con sus pensamientos y estilos laborales. Para todos los jóvenes o quienes entran a otra empresa, deben de entender que hay condiciones diferentes. Dar los puntos de vista e ideas cuando sean requeridos.
- Entornos laborales poco adaptados: A veces no es solo culpa de ellos. Hay empresas que no saben cómo guiar o motivar a esta generación, lo que genera un choque. La falta de mentoría o feedback claro puede dejarlos sin dirección.
- Presión económica y social: Con el costo de vida subiendo y la incertidumbre global (economía, tecnología, etc.), muchos sienten presión por “triunfar” rápido, lo que puede llevar a ansiedad o errores por apresurarse.
No todos los jóvenes fallan, claro; muchos se adaptan y destacan. Pero estos factores pueden explicar por qué algunos tropiezan al principio.
Esto es lo que debieran hacer como un consejo para la primera chamba o los que cambian de trabajo.
- Sé puntual: Llega a tiempo (o un poco antes) desde el primer día. Esto demuestra compromiso y responsabilidad.
- Escucha y aprende: Al principio, observa cómo funcionan las cosas, presta atención a las instrucciones y no tengas miedo de tomar notas si es necesario.
- Haz preguntas: Si no entiendes algo, pregunta. Es mejor aclarar dudas que cometer errores por no saber. Eso sí, trata de no repetir las mismas preguntas; muestra que estás poniendo atención.
- Sé proactivo: No esperes a que te digan todo. Si terminas una tarea, pregunta qué más puedes hacer. Mostrar iniciativa siempre suma puntos.
- Cuida tu actitud: Sé amable, respetuoso y dispuesto a colaborar. Quitar la soberbia, ni aunque fueras un dotado tipo Einstein o un Doogie Howser. Una buena vibra con tus compañeros y jefes te abrirá muchas puertas.
- Adáptate al ambiente: Cada lugar tiene su ritmo y su forma de hacer las cosas. Fíjate en cómo se manejan y sigue el flujo sin querer cambiar todo de entrada. No te presiones demasiado: Es normal no saber todo al principio. Equivocarse es parte del aprendizaje, así que no te agobies y sigue adelante.
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