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¿Funciona el Miedo para Frenar las Altas Velocidades?-Autos Destrozados vs. Empalamiento

La idea de usar autos destrozados para disuadir a los conductores de manejar a altas velocidades, inspirada en tácticas históricas extremas como el empalamiento hecho en Rumania por Vlad el empalador, donde plantea una comparación interesante entre el uso del miedo como herramienta psicológica y su efectividad real en el contexto moderno. Vamos a analizar si esta estrategia funciona para reducir las altas velocidades y cómo se compara con métodos históricos, basándonos en evidencia y principios de psicología del comportamiento.

El uso del miedo en la seguridad vial: autos destrozados

Colocar autos destrozados en carreteras o espacios públicos como advertencia visual no es una práctica nueva. Algunos países, como Estados Unidos, Australia o incluso México en iniciativas locales, han usado esta táctica en campañas de seguridad vial, especialmente para prevenir el exceso de velocidad, conducir bajo la influencia del alcohol o no usar el cinturón de seguridad.

¿Funciona para reducir altas velocidades?

 

  1. Evidencia a favor:

    • Impacto emocional inmediato: Estudios de psicología (como los basados en la teoría de la disonancia cognitiva o el modelo de protección motivada por el miedo) muestran que imágenes impactantes, como un auto destrozado, pueden generar una respuesta emocional fuerte. Esto puede llevar a los conductores a reflexionar sobre las consecuencias de sus acciones y, en el corto plazo, reducir la velocidad por precaución.

    • Ejemplos prácticos: En Australia, programas como el de la Comisión de Accidentes de Transporte (TAC) han usado exhibiciones de autos siniestrados en carreteras o escuelas para concienciar. Las evaluaciones iniciales sugieren que estas campañas pueden reducir temporalmente las infracciones por velocidad en áreas específicas.

    • Refuerzo visual: Un auto destrozado actúa como un recordatorio tangible de los riesgos, más impactante que un simple letrero de “Reduzca la velocidad”.

  2. Limitaciones y problemas:

    • Efecto temporal: La investigación en psicología del tráfico (por ejemplo, estudios de la NHTSA en EE.UU.) indica que el miedo por sí solo pierde efectividad con el tiempo. Los conductores pueden habituarse a la imagen de autos destrozados si los ven frecuentemente, lo que reduce su impacto (desensibilización).

    • Distracción: En lugar de fomentar la precaución, los autos destrozados pueden causar el fenómeno de “rubbernecking” (curiosidad que lleva a los conductores a mirar y reducir la velocidad innecesariamente), lo que podría generar congestión o incluso accidentes.

    • Falta de especificidad: El miedo no siempre se traduce en un cambio de comportamiento específico. Un conductor puede sentir temor al ver un auto destrozado, pero no necesariamente asociarlo con su propia velocidad, especialmente si se considera “un buen conductor”.

    • Evidencia mixta: Un estudio de 2010 en el Reino Unido sobre campañas basadas en miedo (incluyendo imágenes de accidentes) encontró que, aunque aumentaban la conciencia, no reducían significativamente las velocidades a largo plazo en comparación con medidas como radares o presencia policial.

  3. Impacto en el flujo vehicular:

    • Como mencioné antes, los autos destrozados no mejoran directamente el flujo vehicular y, en algunos casos, pueden empeorarlo al distraer a los conductores. No abordan las causas estructurales de las altas velocidades, como el diseño de carreteras o la falta de controles efectivos.

Comparación con Vlad y Roma

Vlad III “el Empalador” gobernó Valaquia en varios períodos entre 1448 y 1476. Era conocido por su extrema crueldad, especialmente contra sus enemigos, como los turcos otomanos y los nobles locales que lo traicionaban.

¿Cómo y por qué  se usaba el empalamiento?

  • Método: Las víctimas eran atravesadas por estacas afiladas, a menudo desde la parte inferior del cuerpo hacia arriba, aunque a veces de otras formas dependiendo de la crueldad deseada. Los cuerpos se dejaban en exhibición, pudriéndose al aire libre.

  • Propósito: Infundir terror. Vlad usaba esta táctica para disuadir a sus enemigos, especialmente al ejército otomano, que en una ocasión (según crónicas) retrocedió horrorizado al encontrar un “bosque de empalados” con miles de cuerpos. También lo empleaba para mantener el orden interno, castigando a traidores, ladrones o cualquiera que desafiara su autoridad.

  • En 1462, se dice que Vlad creó un campo de 20,000 empalados para asustar al sultán Mehmed II, quien invadía Valaquia. La visión fue tan aterradora que el sultán abandonó la campaña

Las crucifixiones en la antigua Roma era una táctica de control social extrema diseñada para infundir terror y asegurar la obediencia al imperio. Aunque efectiva en su contexto para disuadir rebeliones o crímenes graves, hay diferencias clave con el uso moderno de autos destrozados:

 

    1. Contexto cultural y ético:

      • En Roma, la violencia pública era socialmente aceptada y parte de la gobernanza. Hoy, tácticas tan extremas serían inaceptables y contrarias a los principios éticos modernos. Incluso los autos destrozados, que son mucho menos violentos, generan debate sobre si es apropiado usar imágenes gráficas para manipular emociones.

      • El empalamiento era un castigo real y directo, mientras que los autos destrozados son una representación simbólica de un riesgo, lo que diluye su impacto psicológico.

    2. Objetivo y escala:

      • En Roma, el objetivo era suprimir comportamientos específicos (rebelión, desobediencia) en una población bajo control autoritario. Reducir la velocidad en carreteras modernas es un problema más complejo, influenciado por factores como el diseño vial, la educación y la tecnología, no solo por la voluntad de obedecer.

      • El empalamiento era una amenaza directa (“esto te pasará si desobedeces”). Un auto destrozado, en cambio, muestra una consecuencia posible pero no garantizada, lo que reduce su poder disuasorio.

    3. Efectividad psicológica:

      • El terror extremo en Roma podía paralizar o disuadir por la certeza del castigo. En contraste, los autos destrozados generan miedo, pero no una amenaza directa, ya que los conductores no sienten que el accidente les ocurrirá a ellos (sesgo de optimismo).

      • La psicología moderna sugiere que el miedo funciona mejor cuando se combina con soluciones claras (“reduce la velocidad y evitarás esto”). Sin refuerzos como multas o controles, el mensaje de los autos destrozados puede quedar en una advertencia vacía.

 

Alternativas más efectivas para reducir altas velocidades

En lugar de depender del miedo, los países mencionados en tu pregunta anterior han implementado estrategias más efectivas y sostenibles:

  • México: Radares de velocidad y multas automáticas en carreteras como la México-Puebla.

  • EE.UU.: Límites de velocidad dinámicos y presencia policial visible en autopistas.

  • Alemania: Señalización clara y diseño de carreteras que desalienta velocidades excesivas en zonas urbanas.

  • Rusia: Cámaras de velocidad en Moscú con sanciones inmediatas.

  • Japón: Sistemas de alerta en carreteras que advierten a los conductores si exceden el límite.

  • Francia: Multas altas y pérdida de puntos en la licencia por exceso de velocidad.

  • Argentina: Controles de velocidad en accesos a Buenos Aires y campañas educativas.

Estas medidas combinan disuasión (sanciones), infraestructura (diseño vial) y educación, lo que las hace más efectivas a largo plazo que el miedo inducido por autos destrozados.

Conclusión

Colocar autos destrozados puede tener un efecto inicial para reducir las altas velocidades al generar miedo, pero su impacto es limitado, temporal y puede incluso causar distracciones que afecten el flujo vehicular. Comparado con el empalamiento en Rumania, es una táctica mucho menos extrema y por ende, menos efectiva en términos de disuasión absoluta. Las estrategias modernas basadas en tecnología, sanciones y diseño vial son más eficientes y éticas para controlar las velocidades y mejorar la seguridad sin depender únicamente del impacto emocional.