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El viaje espacial de Katy Perry y compañía: Una despedida de solteras que desdibuja el empoderamiento. ¿Sirvió de algo?

El pasado 14 de abril de 2025, Katy Perry y un grupo de mujeres, incluidas Lauren Sánchez, Gayle King, Aisha Bowe, Amanda Nguyen y Kerianne Flynn, despegaron en el New Shepard de Blue Origin en lo que se vendió como un hito para la igualdad de género. Sin embargo, este viaje suborbital de 11 minutos no fue más que una costosa fiesta en el espacio, comparable a una despedida de solteras con presupuesto ilimitado, pero sin ningún aporte real.

Cabe aclarar que ellas pueden hacer lo que sea, pero el punto es que lo quieran vender como un mensaje de igualdad de género, cuando es un viaje de millonarias por el espacio solamente.

En lugar de motivar a las niñas a soñar con ser astronautas, científicas o ingenieras, el viaje de Perry y compañía podría estar incentivando una fantasía superficial: casarse con un millonario o ganar fama para costear un boleto espacial. Los videos de la misión, llenos de risas, gritos, selfies y Perry cantando “What a Wonderful World” mientras promocionaba su Gira Mundial, proyectan una imagen de fiesta elitista, no de logro profesional. Con un costo estimado de más de un millón de dólares por asiento, esta experiencia está reservada para unas pocas privilegiadas, sin requerir conocimiento técnico ni formación. Es el equivalente a alquilar un jet privado para una noche de celebración: glamoroso, pero vacío de propósito.

 

Como en cualquier despedida de solteras, el evento estuvo lleno de glamour y espectáculo. Lauren Sánchez, pareja de Jeff Bezos, y Gayle King añadieron el toque de celebridad, mientras el grupo reía, gritaba y se tomaba selfies con la Tierra de fondo. Todo muy festivo, pero ¿dónde está el propósito? La misión, que costó millones de dólares, pero no realizó experimentos, no avanzó en la ciencia espacial ni dejó un legado tangible más allá de titulares y publicaciones en redes sociales.

Se promocionó como un símbolo de empoderamiento femenino, pero parece más un capricho de élite que una lucha por la igualdad. Mientras las astronautas profesionales enfrentan años de entrenamiento y barreras sistémicas, este grupo de mujeres sin experiencia científica, simplemente pagó por un boleto VIP a la estratosfera. Es como si una despedida de solteras alquilara un yate de lujo para una noche: divertido para las participantes, irrelevante para el resto del mundo. Incluso el mensaje ambiental de Perry, besando el suelo al aterrizar, suena vacío cuando el cohete emitió toneladas de CO2 por un paseo de minutos.

¿Empoderamiento? Más bien una fiesta para unas pocas privilegiadas.

Claro que si hay niñas que al ver esto quisieran ir al espacio, pero no les influye de que sea por estudiar, prepararse y salir adelante en el ámbito espacial, sino de casarse con un millonario y hacer el costoso viaje. Lejos de mandar un mensaje de empoderamiento, se siente que lo hicieron al revés. De que sin saber nada y solo pagando puedes ir al espacio, y solo a manera de fiesta; tal como se vio en los videos.

En definitiva, este viaje no empoderó ni inspiró a las futuras generaciones a perseguir carreras espaciales con esfuerzo y dedicación.