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¿Por qué algunas marcas son tan caras? La verdad detrás del precio, el estatus y la percepción

Es común escuchar quejas sobre los precios elevados de ciertas marcas y más ahora con los aranceles de Trump. Muchos consumidores sienten que estos costos son injustificados, atribuyéndolos a pretextos como la calidad, la artesanía o la fama. Sin embargo, detrás de los precios de marcas icónicas como Louis Vuitton, Starbucks o Apple hay estrategias bien definidas que van más allá del producto en sí. Estas marcas no solo venden bienes o servicios, sino experiencias, estatus y percepciones cuidadosamente construidas. A continuación, exploramos las razones por las que algunas marcas logran cobrar más y cómo los nuevos emprendedores pueden aprender de ellas.

  1. Artesanía y calidad: un diferenciador real, pero no siempre el principal

Marcas como Louis Vuitton justifican sus precios elevados con la calidad de sus materiales y la artesanía. Sus bolsos, zapatos y accesorios son hechos a mano por expertos, lo que implica un proceso laborioso y exclusivo. Este nivel de detalle no solo garantiza durabilidad, sino que también crea una percepción de exclusividad. Sin embargo, la calidad no es el único factor. La artesanía se convierte en una narrativa poderosa que refuerza el valor percibido, haciendo que los consumidores estén dispuestos a pagar más por un producto que sienten único.

Ejemplo adicional: Rolex, otra marca de lujo, utiliza materiales premium como oro y acero inoxidable de alta calidad, y cada reloj es ensamblado con precisión artesanal. Esto no solo eleva el costo de producción, sino que también posiciona a la marca como un símbolo de perfección técnica y exclusividad.

  1. El poder del estatus y la percepción social

El estatus es un motor clave en el éxito de marcas como Starbucks, Apple o Gucci. Estas marcas han invertido décadas en construir una imagen que trasciende el producto. Por ejemplo, en países productores de café como Colombia, Starbucks enfrentó críticas por sus precios altos. Sin embargo, la marca no solo vende café; ofrece una experiencia: un espacio acogedor para trabajar, socializar o relajarse, respaldado por una imagen global de sofisticación. Sus apariciones en películas, series y redes sociales han consolidado su estatus como un símbolo de modernidad y éxito.

 

De manera similar, un iPhone de Apple no es solo un teléfono; es un ícono cultural. Aunque marcas como Samsung ofrecen productos competitivos en calidad, Apple ha creado una comunidad de usuarios que asocian sus dispositivos con innovación, diseño y prestigio. Este estatus lleva a los consumidores, especialmente a los adolescentes, a priorizar marcas reconocidas para proyectar una imagen de pertenencia y éxito.

Ejemplo adicional: En los años 80, el tequila Don Julio se posicionó como un licor de élite al regalar botellas en eventos exclusivos frecuentados por políticos y celebridades. Esta estrategia creó una percepción de lujo que perdura, permitiendo a la marca mantener precios altos.

  1. Publicidad y narrativa de marca: la inversión detrás de la fama

La publicidad es un pilar fundamental para las marcas premium. A través de campañas cuidadosamente diseñadas, logran asociar sus productos con valores aspiracionales como éxito, libertad o creatividad. Nike, por ejemplo, no solo vende zapatillas; vende la idea de superación personal con eslóganes como “Just Do It” y patrocinios a atletas de élite. Esta narrativa emocional conecta con los consumidores, quienes pagan no solo por el producto, sino por formar parte de esa historia.

Por otro lado, marcas como Zara combinan diseños modernos con una estrategia de fast fashion que renueva constantemente sus colecciones. Aunque su ropa no siempre destaca por durabilidad, el estatus que ofrece al estar a la vanguardia de la moda permite cobrar precios superiores a los de marcas menos conocidas.

  1. Exclusividad y escasez: el arte de lo inalcanzable

La exclusividad es otro factor que eleva los precios. Marcas como Hermès o Ferrari limitan la producción de sus productos, creando una sensación de escasez que aumenta su desirability (deseo, aspiración) exclusividad. Un bolso Birkin de Hermès, por ejemplo, no solo es caro por su calidad, sino porque su acceso está restringido, lo que lo convierte en un símbolo de estatus reservado para unos pocos. Esta estrategia psicológica hace que los consumidores perciban el producto como más valioso.

  1. Lecciones para emprendedores: no basta con un buen producto

Muchos emprendedores cometen el error de enfocarse únicamente en la calidad de su producto, ignorando la importancia de construir una marca sólida. Un café local puede ser delicioso, pero si se vende a precios de Starbucks sin ofrecer una experiencia comparable o una narrativa atractiva, es probable que fracase. Los consumidores no solo compran productos; compran historias, experiencias y estatus.

Para competir, los nuevos negocios deben:

  • Invertir en branding: Crear una identidad de marca clara y atractiva.
  • Construir una experiencia única: Ofrecer algo más allá del producto, como un ambiente especial o un servicio excepcional.
  • Comunicar valor: Usar redes sociales, influencers y storytelling para conectar emocionalmente con los clientes.
  • Ser pacientes: El estatus y la fama no se logran de la noche a la mañana; requieren tiempo y consistencia.

 

Conclusión-

  • Con todo esto, pudiera influir lo que ha hecho el gobierno chino y Tik Tok, con su marketing de influencers? Porque llevaron una intensa campaña al decir que los tenis y varias marcas de bolsas y ropa, las hacen precisamente en China a un precio mucho menor de lo que cuesta. La pregunta es- si esto pudiera influenciar al publico para dejar de comprarles a las marcas y hacerlo directamente con los chinos?
  • El precio de una marca no siempre refleja su calidad intrínseca, sino el valor percibido que ha construido a través de la artesanía, el estatus, la publicidad y la exclusividad. Marcas como Louis Vuitton, Starbucks o Apple han dominado el arte de vender no solo productos, sino sueños y estilos de vida. Para los emprendedores, la lección es clara: un gran producto es solo el comienzo. Para cobrar precios premium, hay que invertir en una narrativa que haga que los consumidores sientan que están comprando algo más que un objeto: están comprando una experiencia, un estatus y una identidad.