Ciudad del Vaticano, 8 de mayo de 2025 – A las 16:13 horas (hora local), el humo blanco, o fumata bianca, emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina, anunciando al mundo que los 133 cardenales reunidos en cónclave han elegido al nuevo Papa, el 267º líder de la Iglesia Católica. El momento, seguido por el repique de las campanas de la Basílica de San Pedro, marcó el fin de un proceso que comenzó el 7 de mayo tras la muerte del Papa Francisco el pasado 21 de abril.
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Miles de fieles y curiosos reunidos en la Plaza de San Pedro estallaron en júbilo al ver la señal tan esperada, después de que el humo negro (fumata nera) predominara en las rondas de votación previas, indicando que no se había alcanzado la mayoría de dos tercios (89 votos) necesaria para elegir al nuevo Pontífice. Según reportes, el cónclave, uno de los más diversos en la historia con cardenales de 70 países, necesitó varias rondas de votación, pero finalmente llegó a un consenso en el segundo día, un tiempo relativamente corto en comparación con cónclaves históricos.
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El proceso, cargado de tradición, involucró la quema de las boletas en una estufa especial dentro de la Capilla Sixtina, con compuestos químicos que producen el característico humo blanco para señalar la elección exitosa. Este ritual, formalizado en el siglo XIX, se ha convertido en uno de los momentos más icónicos de la transición papal.
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Se espera que en las próximas horas el cardenal protodiácono pronuncie el tradicional “Habemus Papam” desde el balcón de la Basílica de San Pedro, revelando el nombre del nuevo Papa y el nombre que ha elegido para su pontificado. Aunque no se han confirmado detalles sobre la identidad del elegido, la atención global está fija en el Vaticano, con especulaciones sobre si el nuevo líder continuará el legado progresista de Francisco o tomará un rumbo más conservador.
El cónclave de 2025 ha captado la atención mundial, no solo por su relevancia espiritual para los 1.4 mil millones de católicos, sino también por el simbolismo de unidad y renovación que representa en un momento de desafíos para la Iglesia. Mientras tanto, la Plaza de San Pedro permanece llena de expectativa, con visitantes de todo el mundo aguardando la primera aparición del nuevo Papa.
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