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Disputa de patentes de una década que amenaza el modelo de negocio de Uber

En los últimos años, Uber ha enfrentado múltiples desafíos legales, pero una disputa de patentes que se prolongó durante una década podría tener un impacto significativo en su modelo de negocio. Esta controversia, iniciada en 2017, involucró a Waymo, la división de vehículos autónomos de Alphabet (Google), contra Uber, y giró en torno a tecnologías clave para la conducción autónoma, un pilar estratégico para la empresa.


Contexto de la disputa
En 2016, Uber adquirió Ottomotto, una startup de conducción autónoma fundada por Anthony Levandowski, exempleado de Waymo. Waymo demandó a Uber, alegando que Levandowski robó secretos comerciales, específicamente 14,000 documentos confidenciales relacionados con la tecnología LIDAR (Light Detection and Ranging), un sistema crucial para la navegación de vehículos autónomos. Esta tecnología utiliza láseres para mapear el entorno, permitiendo a los vehículos detectar obstáculos y navegar de manera segura. Waymo afirmó que Uber utilizó esta información para acelerar el desarrollo de sus propios vehículos autónomos, infringiendo patentes y derechos de propiedad intelectual.


Patentes involucradas
Las patentes en disputa se centran en sistemas LIDAR y su integración en vehículos autónomos. Estas incluyen métodos para procesar datos de sensores láser y algoritmos que optimizan la percepción del entorno, esenciales para la seguridad y eficiencia de los vehículos sin conductor. Aunque los detalles técnicos son complejos, el núcleo del conflicto radica en cómo estas innovaciones permiten a los vehículos “ver” el mundo, un componente crítico para el futuro de Uber, que apuesta por reemplazar conductores humanos con tecnología autónoma para reducir costos y aumentar la rentabilidad.

Carma Technology, una compañía formada en 2007 por el emprendedor en serie y fundador de SOSV Ventures, Sean O’Sullivan, presentó una demanda a principios de este año contra Uber alegando que la compañía infringió cinco de sus patentes que están relacionadas con el sistema de emparejar pasajeros (o paquetes) con la capacidad en los vehículos. En otras palabras, viajes compartidos, un negocio que Carma operó de alguna forma durante una década hasta que cambió su modelo de negocio y aplicó su tecnología a servicios de tarificación como el peaje por GPS y la verificación de HOV.

Carma ha solicitado un juicio con jurado y está buscando una orden judicial permanente contra la compañía, regalías futuras obligatorias sobre cualquier producto de Uber que infrinja esas patentes, así como daños y otros costos relacionados con la demanda.

La demanda, que se ha estado abriendo camino silenciosamente a través del Tribunal de Distrito de EE. UU. para el Distrito Este de Texas, es relativamente nueva. Las acusaciones han estado circulando durante casi una década.

Los abogados de Carma contactaron por primera vez a Uber sobre sus patentes de viajes compartidos y transporte terrestre en 2016, según la demanda. Ese fue un momento propicio para Uber. La startup, que se fundó solo siete años antes, se había disparado a la estratosfera, en términos de valoración, crecimiento y seriedad.


Impacto potencial en Uber
La disputa, que se resolvió en 2018 mediante un acuerdo extrajudicial donde Uber pagó a Waymo 245 millones de dólares en acciones y aceptó no usar la tecnología en cuestión, dejó cicatrices. Este caso expuso vulnerabilidades en la estrategia de Uber:
Retrasos en la conducción autónoma: La necesidad de desarrollar su propia tecnología LIDAR desde cero retrasó los planes de Uber para implementar flotas autónomas, un componente clave para su sostenibilidad económica, ya que los conductores representan un costo significativo.

  • Daño reputacional: Las acusaciones de robo de propiedad intelectual afectaron la imagen de Uber, generando desconfianza entre inversores y socios tecnológicos.
  • Riesgos legales continuos: La resolución no elimina el riesgo de futuras demandas por patentes, especialmente en un campo competitivo como la conducción autónoma, donde empresas como Tesla, GM y Zoox también están innovando.
  • Dependencia de terceros: Uber tuvo que asociarse con empresas como Aurora para avanzar en su tecnología autónoma, lo que aumenta costos y reduce su control sobre el desarrollo.

    La disputa de patentes con Waymo puso en evidencia los riesgos de la carrera por la conducción autónoma, donde las patentes son armas estratégicas. Aunque Uber logró mitigar el daño inmediato, la necesidad de innovar sin infringir propiedad intelectual sigue siendo un desafío. Si no logra consolidar su tecnología autónoma, su modelo de negocio, basado en reducir costos operativos, podría tambalearse, enfrentándose a mayores gastos y competencia en un mercado cada vez más saturado.