La histórica elección del Poder Judicial en México, celebrada el 1 de junio de 2025, registró una participación ciudadana de apenas el 13% del padrón electoral, con cerca de 13 millones de votantes de los 99.7 millones habilitados, según el Instituto Nacional Electoral (INE). Este proceso inédito, que permitió a la ciudadanía elegir por primera vez a 881 cargos federales, incluyendo ministros de la Suprema Corte, magistrados y jueces, se vio opacado por una masiva abstención, desatando debates sobre las causas de este desinterés.
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¿Por qué no votó la mayoría?
Varios factores explican la baja afluencia. En primer lugar, la complejidad del proceso electoral fue un obstáculo significativo. Los votantes recibieron hasta seis boletas federales y, en 19 estados, boletas adicionales para cargos locales, con un total de 3,422 candidatos para 2,681 cargos. La necesidad de seleccionar entre cientos de aspirantes, con nombres y números específicos según género y especialidad, resultó confusa. Un estudio del Observatorio Electoral Judicial señaló que los ciudadanos requerían más de 18 horas para conocer los perfiles y propuestas, un tiempo poco realista para la mayoría. Además, el diseño de las boletas y la falta de campañas masivas contribuyeron a la desinformación, con un 52% de los ciudadanos admitiendo estar poco o nada informados, según una encuesta de El Financiero.
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El desinterés y la desconfianza también jugaron un papel clave. La reforma judicial, impulsada por Morena y aprobada en septiembre de 2024, generó polarización. Críticos, incluidos partidos de oposición y sectores del Poder Judicial, denunciaron falta de transparencia y posible manipulación, como el uso de “acordeones” (listas con candidatos sugeridos). Esto llevó a que algunos optaran por abstenerse como protesta, considerando el proceso una “farsa”. Además, la falta de conocimiento sobre las funciones del Poder Judicial, como señaló un usuario en X, dificultó que los ciudadanos vieran relevancia en votar.
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¿Quiénes sí votaron?
A pesar de la baja participación, algunos sectores acudieron a las urnas. En Hidalgo, por ejemplo, predominaron adultos mayores, mientras que muchos jóvenes mostraron desinterés o desconocimiento. Encuestas de El Financiero indican que el 54% de los votantes apoyó a candidatos afines a la Cuarta Transformación, sugiriendo que simpatizantes de Morena fueron un grupo significativo. También hubo votantes informados, como la profesora Claudia Pérez, quien investigó previamente a los candidatos, aunque admitió conocer solo a unos pocos. Otros, según reportes, votaron guiados por “acordeones” o presión de operadores políticos, lo que plantea dudas sobre la libertad del voto.
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Un proceso cuestionado
La presidenta Claudia Sheinbaum calificó la jornada como un “éxito” por su carácter histórico, destacando la transparencia y la participación de 13 millones de personas. Sin embargo, expertos como Jaime Arellano, exdirector del Centro de Estudios de Justicia de las Américas, advierten que la baja participación genera un problema de legitimidad política, debilitando el nuevo sistema judicial y abriendo la puerta a influencias externas, como el crimen organizado. La ausencia de conteo ciudadano directo y la complejidad logística, como el traslado de paquetes electorales a sedes distritales, también alimentaron la desconfianza.
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En resumen, la combinación de un proceso confuso, desinformación, polarización y apatía resultó en una participación mínima, dejando al Poder Judicial ante un futuro incierto. La elección, aunque histórica, no logró la “fiesta cívica” esperada, sino que reflejó una ciudadanía atrapada entre el desinterés y la falta de comprensión de un sistema que buscaba democratizar la justicia.
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